Guillermo E. Ulloa Tenorio
El miedo, persecución y hambruna son el común denominador de los grandes éxodos de la historia. Desde el bíblico éxodo del pueblo hebreo, liderado por Moisés, en busca de la tierra prometida y los recientes fenómenos de desplazamiento forzado en Siria, Yugoslavia, Ruanda, Afganistán, y el Cáucaso europeo, todos, han generado profundas crisis humanitarias.
La falta de oportunidades, alimentos, medicinas y servicios básicos en un devastado país y empobrecida población que sufre las equivocaciones tiránicas y antidemocráticas de un régimen delirante, trastornado y desquiciado han desplazado hacia Colombia aproximadamente dos millones de personas en los últimos años.
La equivocada ideología castro chavista del socialismo del siglo XXI convirtió la que fue prospera nación latinoamericana en una nación empobrecida y devastada. El desasosiego su peor enemigo.
A pocas horas de una constituyente que pretende cercenar la democracia entregando poder absoluto al régimen dictatorial de Maduro. La incertidumbre ha disparado el éxodo de colombo-venezolanos hacia Colombia. Recientemente se han presenciado jornadas de aproximadamente 25,000 personas diarias cruzando la frontera en búsqueda de refugio, medicamentos y alimentos.
La crisis humanitaria es de proporciones alarmantes.
Venezuela fue por décadas destino de colombianos buscando oportunidades de trabajo y proyectos de vida. Hoy el flujo es invertido. Como nación recibiremos de vuelta compatriotas, hoy amenazados, perseguidos y maltratados.
Sombrío, oscuro y difícil panorama nos espera. Los albergues temporales y esfuerzos humanitarios que reciben deportados y desplazados, en pocos días, se quedarán sin medicamento, alimento, ropa y precarias condiciones higiénicas.
No se trata de una situación temporal fronteriza. Es el mayor desplazamiento migrante hacia Colombia. El partido Centro Democrático ha presentado iniciativa parlamentaria de otorgar visa humanitaria a los desplazados. La cancillería busca regularizar y controlar la situación creando un Permiso Especial de Permanencia (PEP) permitiendo al ciudadano venezolano trabajar, estudiar y desarrollar cualquier tipo de actividad legal dentro del territorio nacional.
La injusticia humanitaria provocada por el régimen despótico probará nuestra capacidad de respuesta institucional. Buscarle oportunidades, empleo, seguridad social y estabilidad a miles de familias desplazadas será labor titánica en difíciles momentos de contracción y debilidad económica.
El gobierno Santos, entregado desde hace años, al régimen chavista venezolano, albergue de narcoterroristas, le faltó firmeza en su política exterior en defensa de institucionalidad democrática, justicia, equidad y amparo de derechos humanos.
La tiranía de Maduro nos cobra la indiferencia, laxitud y debilidad.
Como nación demócrata, republicana y humanitaria seremos solidarios con nuestros hermanos venezolanos.