Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.
La Organización de Estados Americanos (OEA) creada por mandato de la conferencia Panamericana realizada en Bogotá en 1948 en medio de la ocurrencia del asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitan, supuestamente tuvo como objetivo y finalidad principales la solución pacífica de los conflictos que se suscitaban entre los diferentes países, además de garantizar la seguridad colectiva de los Estados, su autonomía e independencia en el manejo de sus asuntos internos y externos, lo cual no dejó de ser mas que una simple formalidad, pues en la práctica dicha organización se convirtió en un instrumento político de los planes intervencionistas y guerreristas de la gran potencia del norte y de sus gobiernos que llevaron a que los Estados Unidos hiciera realidad la denominada doctrina Monroe “América para los americanos”, que en la actualidad cobra toda su vigencia bajo la consigna del presidente Donald Trump “América primero (First America)”.
Así quedó demostrado con las acciones realizadas en varios países de centro-América y en particular en Cuba y durante la intervención armada en Santo Domingo.
Actualmente con ocasión de la 49ava Asamblea General en Colombia se repite la historia refrendada con el intervencionismo de la mano de la carta democrática que ha hecho que al interior de la misma se genere una gran protesta diplomática por la presencia de una delegación de Venezuela a la que algunos delegados de la Asamblea consideran ilegítima y otros la califican de ilegal, en tanto que dicha delegación no representa los intereses del pueblo venezolano ya que fuera escogida por el opositor Juan Guaidó quien funge como presidente no elegido por el pueblo venezolano.

Con ello se rompe la posibilidad de adoptar por consenso una serie de medidas sancionatorias en contra del gobierno del presidente Maduro, siguiendo las instrucciones del grupo de Lima integrado por varios países entre los que figura Colombia que han señalado al régimen venezolano de ser una dictadura.
La idea de deponer al presidente Maduro del poder, incluso utilizando si es necesario la fuerza con la intervención militar, tal como lo propone el opositor Guaidó, ahondará mucho mas la crisis por la que atraviesa la OEA, que por lo demás le presta un flaco servicio a la integración de los países americanos y de paso induce a violar el principio de la no intervención en los asuntos internos de otros países establecido en el derecho internacional.
A la cabeza de esta maniobra se encuentra su secretario general Almagro que conjuntamente con el canciller colombiano Carlos Holmes Trujillo quien preside la Asamblea General, terminaron convirtiéndose en voceros incondicionales y peones del actual gobierno norteamericano que preside el señor Donald Trump y que muy poco podrán ayudar a resolver las penurias económicas, políticas, sociales y humanitarias que vive el pueblo venezolano en medio del bloqueo económico y político y de la amenaza de una eventual intervención militar que no se descarta como parte de la estrategia para recuperar supuestamente la libertad y la democracia en Venezuela y en toda la región tal como lo afirma el jefe de la espuria delegación venezolana.
No sobra agregar que la Corte Suprema de Justicia de Colombia acaba de aceptar el retiro de la solicitud de extradición de dos opositores al régimen del presidente Maduro acusados de la comisión de varios delitos por cuenta de la petición del embajador de Venezuela en Colombia designado por Guaidó, con el argumento jurídico de que este es el presidente interino de la República Bolivariana de Venezuela, con lo cual el alto tribunal legitimó de hecho a las denominadas “autoridades venezolanas” reconociendo de esta manera que el presidente Duque ha legitimado de hecho al opositor Juan Guaidó como “jefe del gobierno venezolano” en lo que se podría calificar como toda una leguleyada que atenta contra el principio de legalidad y traspasa las barreras del Derecho Internacional al cual están sometidas las relaciones entre los Estados.
Finalmente se puede decir que la OEA no solo atraviesa por una profunda crisis institucional y política sino que además no constituye ni podrá representar ni defender los intereses comunes de los Estados americanos en el propósito de lograr su integración, cooperación y ayuda mutua, en tanto siempre fue y continuará siendo una organización dependiente de los intereses de la geopolítica predominante en América que regenta el gobierno norteamericano con la complacencia de los gobiernos de turno en América Latina.
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