Ricardo Téllez Bautista
Abogado Administrativista Unilibre, Especialista en Administración Pública Univalle
Hace dos semanas leí que en los hospitales de España, los médicos que enfrentan el Covid-19 con escasez de camas y respiradores, estaban prefiriendo bajar al piso a los ancianos para subir a los menores de 50 años, pues aquellos ya habían vivido suficiente mientras que los jóvenes tenían restos para seguir aportando a la economía giratoria de producir – vender – consumir – producir. Una realidad que desafortunadamente se generalizó y que mi larga experiencia me ha enseñado que cuando el río suena es porque arrastra piedras.

Tristemente aterrado, cabizbajo, indignado, solidario y rencoroso porque tengo vivencias profesionales cercanas y directas de este tratamiento por cuenta de mozalbetes mayores de 25 y menores de 40, decidí defenderme, como gato que arrastran a bañarlo, si acaso caía a un hospital; porque, ya caído en una cama no me iba a dejar caer a un piso contaminado a mirar como liliputiense de abajo hacia arriba a los gulliveres de la salud.
Decidí, mientras me llega la agresión, averiguar acerca de los ancianos en la historia, encontrando lo siguiente [1]: .
La sociedad occidental del siglo XXI tiende a emplear expresiones peyorativas para referirse a las personas mayores. Hoy prevalecen los valores asociados a la belleza externa y a la inmediatez. Los viejos nos hemos convertido en sinónimo de inútil, feo, antiguo, impotente, estorbo o inepto. Ignoran por completo que, al llegar a la vejez, las personas hemos adquirido sabiduría, experiencia, serenidad y generosidad.
Para disimular el desprecio, utilizan eufemismos enternecedores como “tercera edad”, “adultos mayores” o “edad avanzada”. Otros con más encono se refieren a “viejo verde”, “viejito cacreco”, “viejo jetón” y hasta “viejo patorro” (!)
Sin embargo, en otras épocas de la historia de la Humanidad y en otras culturas la percepción de la vejez no es la misma que en la sociedad occidental actual.
La vejez en la Prehistoria. Las sociedades tenían la forma de tribus, y la esperanza de vida era muy breve a causa de las luchas, la caza y las enfermedades. No había muchos ancianos, aunque unos pocos sobrevivían más tiempo, y por eso eran considerados la esencia de la sabiduría, sabían mejor que cualquiera el curar enfermedades, adivinar el futuro y hablar con los espíritus. Los cuidados de las personas mayores se realizaban con devoción y esmero en el seno de la familia.
La vejez en la antigua Grecia. En Esparta, sociedad guerrera, los hombres mayores de 60 años eran relevados del ejército y pasaban a ocuparse de mantener el orden gubernamental. El poder estaba en manos de los ancianos más ricos y que inculcaban a los jóvenes el respeto por los mayores. Lastimosamente durante una larga época, cuando Atenas se convirtió en el centro de la cultura clásica, los nuevos cánones de belleza provocaron que la vejez se equiparase a una enfermedad, hasta que Hipócrates desterró esa idea.
La vejez en el Imperio Romano. El poder se concentraba en el Senado, formado por ancianos. Eran los encargados de la administración, de la justicia y de las relaciones diplomáticas. Los privilegios de los ancianos eran enormes y las clases más bajas de la sociedad los consideraban sabios y virtuosos.
Esta autoridad ilimitada provocó, con el paso de los años, odio hacia los mayores. A partir del siglo V d.C., su poder se fue debilitando y la vejez pasó a ser vista como una etapa negativa.
La vejez en la Edad Media y el Renacimiento. En la Edad Media, la vejez era vista como una etapa oscura en la vida de las personas; era el tiempo anterior a la muerte. No obstante, la Iglesia se ocupó del cuidado de las personas mayores mediante la creación de hospitales para atender a los más desamparados.
En el Renacimiento, al igual que en la Grecia clásica, hubo una revalorización de la juventud y la belleza como idea de perfección. Por tanto, se produjo un nuevo rechazo a todo lo que se pudiera considerar viejo, sinónimo de feo. A partir del siglo XVI, con el aumento de la esperanza de vida, la población anciana comenzó a verse con mejores ojos.
La vejez en la Edad Moderna y Contemporánea. La industrialización y el retroceso de las grandes pandemias, gracias al descubrimiento de las vacunas y los antibióticos, produjo un significativo cambio demográfico debido a una importante prolongación de la esperanza de vida. A finales del siglo XIX, comenzaron a aparecer las primeras corrientes filosóficas que rechazaban la idea de asociar vejez con enfermedad. Fue el origen de la Geriatría y la Gerontología. El cuidado de las personas mayores en el seno de la familia fue convirtiéndose en algo habitual, costumbre que se prolongó en el siglo XX. Pero los avances de la industria y la tecnología provocaron que las personas mayores dejaran de ser tenidas en cuenta como transmisores de sabiduría.

La vejez en países orientales. Tienen una consideración muy diferente a la de las sociedades occidentales. China y Japón son dos de las culturas donde más se respeta y se venera a las personas mayores.
En Japón, se celebra el Keirō No Hi (Día del Respeto a los Ancianos), una festividad en la que participa la familia. Los ancianos japoneses son respetados como pilar de la sociedad. Los jóvenes aprenden desde pequeños a respetar y valorar la experiencia y la sabiduría de sus mayores. En China, el gobierno promulga leyes que obligan al cuidado de los mayores. En India, los más jóvenes les piden su opinión y su aprobación. En la religión hindú es costumbre arrodillarse ante los ancianos para tocar sus pies como símbolo de respeto.
En los países musulmanes el cuidado de las personas mayores es considerado como un honor y una oportunidad para crecer espiritualmente. La religión islámica hace hincapié en que los hijos deben ser compasivos con sus padres, y en especial con sus madres, porque éstos dedicaron su vida a cuidar a sus hijos.
A pesar de todo lo expresado, no deja de existir por ahí algún “viejo verde”, “viejo cacreco”, “viejo jetón” y hasta algún “viejo patorro” (!)
El Presidente Duque desafortunadamente no sacó un decreto legislativo, facultades que ya terminaron, para favorecer con un incremento del subsidio para los “abuelos” como el los llamó, para indicar en el post Covid 19, que existe una nueva sociedad, que cambia el concepto, para mayor respeto en favor de la vejez y se le da sepultura a los sinónimos con ” ternura.”. De esta manera deberíamos llamarlos como los bautizó Levi Strauss, los “sabios” o simplemente , los viejos de la tribu.
[1] Adaptado del artículo La vejez vista desde diferentes culturas – Joyners Cuidadores 23 noviembre, 2017