Egan Bernal es el único colombiano que tiene opciones de terminar en el podio de la Tirreno-Adriático, tras la jornada larga, fría, de lluvia y loca del domingo, de 205 km, que obtuvo Mathieu van der Poel y en la que Tadej Pogacar se confirmó en el liderato de la carrera, a dos días de su final.

Sergio Higuita, que partió de tercero, y Nairo Quintana, que era quinto, perdieron las oportunidades de pelear por un cupo más arriba en la general, tras verse afectados por las bajas temperaturas, por las que cedieron tiempo y salieron de los 10 mejores.
Bernal es cuarto a tres minutos de Pogacar, que en condiciones normales deberá ganar la prueba, pero este lunes se llevará a cabo una etapa 169 km, en terreno ondulado y en la cual se pueden presentar vientos que alterarían el orden en el grupo.
La pelea por el primero y segundo puesto no parece una opción para Egan. Wout van Aert le lleva 2 minutos 15 segundos.
El tercer lugar es más factible, pues Mikel Landa lo distancia por 30 segundos. Hoy se esperan movimientos, esa ha sido la característica de la competencia. Ineos no se va a quedar quieto, es el equipo que más ataca y lo seguirán haciendo.
Ahora, si Egan Bernal llega con esas diferencias a la contrarreloj de mañana, pues para aspirar a podio deberá hacer una gran actuación y que Landa no tenga un buen día, porque deberá sacarle 3,1 segundos por kilómetro para lograr la tercera casilla, lo cual no es imposible, pero sí complicado.
El español no es fuerte al reloj, Bernal es mejor, pero la distancia y la diferencia que hay no juegan a favor del colombiano.
Lo más seguro, si es que hoy no pasa nada raro, es que Bernal defienda el cuarto puesto, porque el quinto, Matteo Fabbro, está a 24 segundos, pero sus antecedentes en estos esfuerzos no son los mejores.

Hablar de lo que pasó es muy fácil, pero sí es verdad que otras serían las condiciones hoy para Bernal en la pelea por la general si no hubiese perdido esos 18 segundos el sábado, cuando se vio involucrado en un enredón poco antes de los últimos tres kilómetros.
Y también sería otro el panorama si el Ineos no lo hubiera enviado a atacar tan lejos de meta y en momentos en los que todavía el lote iba con un buen número de ciclistas.
El colombiano advierte que todo lo que se hace es con miras al Giro de Italia, su principal objetivo, y que los ataques para romper el grupo se realizan respondiendo a una nueva filosofía de la escuadra de verse más a la ofensiva y acomodándose al ciclismo agresivo que se corre, pero no cabe duda de que esa estrategia lo ha perjudicado y ha beneficiado a sus rivales.
El domingo, por ejemplo, el ataque de Egan a casi 60 kilómetros de la meta dio sus frutos, varios sufrieron y eso favoreció a Van der Poel y a Pogacar, que aprovecharon que el grupo ya estaba con menos hombres y lograron sacar ventaja.