Mayer Vidal, con tan solo 16 años de edad, debutó en Copa Águila frente a Orsomarso el pasado miércoles 15 de marzo. Un día que quedará grabado en la memoria de este joven que aún conserva la esencia de la niñez en su juego, haciendo túneles, rabonas y bicicletas.
Mayer tenía una corazonada el día del debut, presentía que sus guayos dejarían huella en el gramado del mítico Pascual. El profe Torres lo llamó y lo envió a la cancha. El juego iba 2-2 y América tenía un hombre menos en campo tras la expulsión de Castañeda; entonces Mayer comenzó a encarar, recibió un pase de ‘Coco’ Palacios y condujo la pelota, el lateral venía atrás y el central lo esperaba perfilado. El joven solucionó haciéndole un túnel a quien lo aguantaba de frente y dejando atrás a los defensores. Entonces los rivales creyeron que podían aprovechar su corta edad y empezaron a amedrentarlo diciéndole cosas, él solo los miraba serio mientras su novia gritaba en la tribuna cada vez que le cometían falta. Sus padres seguramente hacían lo mismo pero lanzando sus gritos hacia un televisor desde su casa en Tumaco.
Esta historia de vida es diferente a las demás, Mayer nació con un talento innato para jugar al fútbol pero este solo fue descubierto luego de los 8 años de edad cuando su familia salió del campo hacia Tumaco. Antes de eso él pensaba ser matemático, igual que su padre. “Yo casi nunca jugaba. Mientras los otros jugaban yo estaba con un cuaderno, ahora es al revés”, afirma mientras suelta una sonrisa pícara.
Vidal siempre ha marcado diferencia. Cuando el profe JJ López fue a Tumaco a ver jugadores, Mayer no tenía equipo y el entrenador de la escuadra de su primo le dio la oportunidad de ingresar desde el banco de suplentes. Solo necesitó pocos minutos para que el ex técnico escarlata se fijara en él. Luego llegó a América y en su primer día hizo 4 goles en 10 minutos. Desde ese momento empezó a ser figura en todos los equipos, un alumno avanzado que subía de categoría cada semana.
Aunque hubo muchos que le dijeron que no con la excusa de la baja estatura, Boca, Banfield, Vélez Sarfield y River Plate fueron algunos de los clubes argentinos que le dieron prioridad a la talla antes que al talento. Entonces Mayer quiso rendirse pero su padre lo arropó de amor y gracias a su apoyo hoy el joven es jugador de América.
Sus sueños son iguales a los de la mayoría de jugadores, comprarle una casa a sus padres y jugar en el Barcelona de España. Al paso que va llegará muy lejos, esperemos que en su maleta hacia el viejo continente lleve guardadas muchas medallas de campeón con América, el club que le dio la oportunidad de mostrar su magia.