Skip to content
Archivo Caliescribe
Archivo Caliescribe
  • Confidenciales
  • Cali: Ciudad y ciudadanos
  • Reporte urbano
  • Política
  • Economía
  • Deporte
  • Columnistas
  • Archivo
  • Ver contenidos recientes
Archivo Caliescribe
seryetjtk

Millones de gracias para la Selección Colombia

Archiva, 30 June, 2018

Imaginen la calle 26 como un enorme túnel, el que separa los camerinos de la cancha, con la multitud a la derecha y a la izquierda, con camisetas amarillas de todos los modelos, con cornetas afinadas y desafinadas, con banderas agitadas por el viento como en cualquier tribuna, y al fondo, la Selección Colombia preparada para salir en un bus hacia esa cancha de cemento, donde miles de desconocidos se abrazaban, sonreían e inventaban coros para recibir a sus héroes, los que acababan de llegar del Mundial de Rusia.

“Ya vienen, ya vienen”, gritaba alguien cada tanto y todos miraban al fondo, aunque todos supieran que era mentira –y eso que ya eran las 12 del mediodía, la hora anunciada para la llegada de la Selección–, porque todos los hinchas sabían que la espera sería más larga. Por eso, las calles fueron como las tribunas cuando se llega temprano al partido y hay que matar el tiempo: los niños corrían y pateaban piedras, alguno con la camiseta de Neymar y todos los demás con la de James, un vendedor de camisetas las ofrecía a 20.000 pesos y revelaba en voz baja que las dejaba a 15.000, mientras los indignados vociferaban: “El partido contra Inglaterra nos lo robaron”, incluso gritaban los goles que no fueron: “Gol de Bacca, gol de Bacca’.

“Dijeron que a las 12 y nada”, dijo un hombre con una niña en hombros, y los demás hinchas fueron perdiendo las fuerzas, con las caras largas, las rodillas dobladas, las sombrillas abiertas, el clima jugando a llover y hacer sol, y la gente impaciente: “¿Papi, ya viene la ‘sele’?”, grita el chico que patea piedras. “Ya casi”, dice el padre, y sabe que miente. A esa altura el reloj se mira más que cada avión que llega, y una mujer bosteza como si quisiera tragarse el aire, luego dice que la espera está peor que cuando vino el Papa, y un chico se restriega los ojos, mientras otra mujer dice que qué lástima que James no viene, pero que espera por Cuadrado, y esa mujer lleva botas de tacón y seguro que no va a correr tras la caravana, pero no hará falta, porque cada vez llega más gente, y la calle ya parece un caudal, pero sin movimiento. Sin embargo, Leo dice que hay muy poquita, “no como hace cuatro años”, y Luis responde que los jugadores lo merecen todo, y montado sobre su bicicleta dice que se ira detrás del bus hasta que Falcao le firme la camiseta que lleva como una capa en el cuello. En ese momento, un chico se rinde, el sueño lo vence, su cabeza cae sobre la rodilla de su padre, y un hombre le pregunta a otro que si no piensa ir a trabajar y este le responde que mejor vayan a almorzar, y por unos minutos hay un silencio tedioso, como si no fuera un homenaje sino un funeral, hasta que al fin hay un alarido que nace desde el fondo y viaja con el viento, y esta vez es real, y contagia como una ola. El chico se despierta, los padres suben en hombros a sus hijos, la policía despeja la calle y el bus amarillo al fin comienza a avanzar, a acercarse. Ahora sí vienen. Ahora sí es verdad…

El feliz encuentro

A las 11:45 de la mañana, el vuelo chárter A320 aterrizó en Bogotá. Adentro de la aeronave blanca venían 21 de los 23 jugadores de la Selección Colombia y el cuerpo técnico liderado por José Pékerman, los que cayeron en octavos de final del Mundial de Rusia. No llegaron James ni Borja, pero sí Falcao, Cuadrado, Mina y los demás. Dos chorros de agua cayeron sobre la aeronave, como si fuera el papel picado que da la bienvenida a los jugadores en el estadio. De allí descendieron uno a uno, con los rostros cansados tras el largo viaje. Sin embargo, le hablaron al país con la alegría de estar en casa. “Estoy muy contento por volver a nuestra tierra. No es lo que queríamos en el Mundial, pero estamos tranquilos por lo que hicimos”, dijo Juan Fernando Quintero. 

Una hora después, mientras afuera los hinchas se impacientaban, los jugadores al fin ascendieron al bus tricolor para seguir con su trayecto. Las puertas del aeropuerto de Catam se abrieron y una caravana policial comandó el recorrido hacia la cancha de asfalto. Entonces se escucharon los coros; las cornetas cobraron vida; las banderas se izaron bien alto; la gente empezó a correr con sus niños de la mano, en el cuello o donde fuera. “No veo, no veo”, gritaban. ‘Gracias’, decía una cartelera azul; ‘Gracias’, decía una pancarta colgada de un puente; ‘Gracias’, decían miles de banderas tricolor y “gracias”, coreaban los hinchas mientras el bus de la Selección avanzaba, lento, abriéndose camino, como si se dejara llevar por esa corriente humana.

Selección Colombia

El primer impacto fue de desilusión. Los jugadores venían protegidos de la euforia: el bus no era descapotado, como todos esperaban, y en las ventanas apenas se veían con dificultad los rostros cansados de los futbolistas, detrás de un vidrio oscuro en el que, para colmo, pegaban los rayos del sol. Los jugadores iban serios, quizá sorprendidos por el recibimiento, quizá agotados, quizá por las dos. “Bacca, Bacca”, gritaron algunos cuando vieron al delantero, el que falló el penalti definitivo contra Inglaterra, y Bacca despegó sus labios, sonrió y levantó su pulgar, y la gente lo aplaudió y pareció que todo quedó saldado. 

No todos quedaron contentos. “Tanta espera para que ni saluden”, dijo el mismo aficionado que renegó de la larga espera, y se marchó con su niña en hombros. Pero la mayoría no desertó, siguió el recorrido del bus, caminando, conformes con la certeza de que allí iban los futbolistas que agitaron sus corazones en cuatro partidos del Mundial.

Recibimiento de la Selección Colombia

Una hora después, la Selección llegó al estadio, donde casi 30.000 personas los esperaban. Finalmente, tocaron el césped, en sudadera y en tenis, caminaron la cancha y aplaudieron hacia cada una de las tribunas de El Campín. Pékerman, como si quisiera hacer su propio homenaje, llevaba la camiseta amarilla con el 9 de Falcao, Dávinson Sánchez llevaba gorra y gafas oscuras, Yerry Mina tenía la sudadera remangada hasta las rodillas y sonreía bajo los gritos que coreaban “Yerry, Yerry”. 

Pékerman subió a la tarima y con el rostro feliz devolvió el agradecimiento: “Gracias infinitas por este recibimiento. No somos ganadores ni perdedores, estamos orgullosos de esta camiseta”, dijo, y los casi 30.000 hinchas presentes gritaron tan duro como si ese hubiera sido el triunfo contra Inglaterra.

Uncategorized

Post navigation

Previous post
Next post

Esta viendo los contenidos del archivo histórico de Caliescribe entre abril 2011 y noviembre de 2023.

Ver contenidos recientes
  • November 2023 (108)
  • October 2023 (171)
  • September 2023 (162)
  • August 2023 (142)
  • July 2023 (163)
  • June 2023 (113)
  • May 2023 (116)
  • April 2023 (141)
  • March 2023 (110)
  • February 2023 (106)
  • January 2023 (94)
  • December 2022 (99)
  • November 2022 (143)
  • October 2022 (138)
  • September 2022 (97)
  • August 2022 (130)
  • July 2022 (124)
  • June 2022 (118)
  • May 2022 (109)
  • April 2022 (120)
  • March 2022 (106)
  • February 2022 (101)
  • January 2022 (104)
  • December 2021 (84)
  • November 2021 (152)
  • October 2021 (246)
  • September 2021 (209)
  • August 2021 (168)
  • July 2021 (203)
  • June 2021 (175)
  • May 2021 (177)
  • April 2021 (132)
  • March 2021 (147)
  • February 2021 (134)
  • January 2021 (87)
  • December 2020 (90)
  • November 2020 (138)
  • October 2020 (151)
  • September 2020 (135)
  • August 2020 (183)
  • July 2020 (179)
  • June 2020 (185)
  • May 2020 (177)
  • April 2020 (171)
  • March 2020 (181)
  • February 2020 (196)
  • January 2020 (127)
  • December 2019 (158)
  • November 2019 (173)
  • October 2019 (179)
  • September 2019 (167)
  • August 2019 (198)
  • July 2019 (168)
  • June 2019 (192)
  • May 2019 (167)
  • April 2019 (161)
  • March 2019 (203)
  • February 2019 (168)
  • January 2019 (162)
  • December 2018 (180)
  • November 2018 (188)
  • October 2018 (185)
  • September 2018 (221)
  • August 2018 (175)
  • July 2018 (206)
  • June 2018 (230)
  • May 2018 (237)
  • April 2018 (198)
  • March 2018 (218)
  • February 2018 (175)
  • January 2018 (169)
  • December 2017 (202)
  • November 2017 (189)
  • October 2017 (198)
  • September 2017 (224)
  • August 2017 (194)
  • July 2017 (206)
  • June 2017 (197)
  • May 2017 (196)
  • April 2017 (215)
  • March 2017 (185)
  • February 2017 (130)
  • January 2017 (108)
  • December 2016 (162)
  • November 2016 (126)
  • October 2016 (170)
  • September 2016 (149)
  • August 2016 (145)
  • July 2016 (152)
  • June 2016 (140)
  • May 2016 (114)
  • April 2016 (166)
  • March 2016 (137)
  • February 2016 (149)
  • January 2016 (168)
  • December 2015 (142)
  • November 2015 (149)
  • October 2015 (208)
  • September 2015 (168)
  • August 2015 (188)
  • July 2015 (161)
  • June 2015 (149)
  • May 2015 (161)
  • April 2015 (143)
  • March 2015 (142)
  • February 2015 (148)
  • January 2015 (161)
  • December 2014 (155)
  • November 2014 (174)
  • October 2014 (149)
  • September 2014 (149)
  • August 2014 (164)
  • July 2014 (150)
  • June 2014 (141)
  • May 2014 (170)
  • April 2014 (145)
  • March 2014 (171)
  • February 2014 (128)
  • January 2014 (120)
  • December 2013 (116)
  • November 2013 (179)
  • October 2013 (143)
  • September 2013 (146)
  • August 2013 (157)
  • July 2013 (150)
  • June 2013 (163)
  • May 2013 (155)
  • April 2013 (128)
  • March 2013 (141)
  • February 2013 (127)
  • January 2013 (112)
  • December 2012 (149)
  • November 2012 (120)
  • October 2012 (130)
  • September 2012 (189)
  • August 2012 (132)
  • July 2012 (122)
  • June 2012 (145)
  • May 2012 (134)
  • April 2012 (126)
  • March 2012 (146)
  • February 2012 (120)
  • January 2012 (137)
  • December 2011 (151)
  • November 2011 (131)
  • October 2011 (142)
  • September 2011 (124)
  • August 2011 (133)
  • July 2011 (151)
  • June 2011 (122)
  • May 2011 (141)
  • April 2011 (77)
©2025 Archivo Caliescribe | WordPress Theme by SuperbThemes