*Redacción
Nuevamente sigue en el ojo del huracán de los tribunales de Colombia, la guerra entre servicio moderno, gracias a la tecnología, al que se oponen quienes ostentan un arcaico monopolio (taxis), dinosaurios que no quieren dejar avanzar el país.
Recordamos exactamente cuando los sindicalistas de Telecom le pusieron talco a las máquinas de la telefonía y paralizaron el país 1 o 2 días, para oponerse al desarrollo tecnológico de las telecomunicaciones. Ahora guardando las proporciones y con ambiente litigioso en los estrados judiciales, sigue la guerra entre los taxis que no dejan entrar al Uber, recordando la vieja historia entre los límites del estado paquidérmico y la dinámica del mercado .
Ojalá nuestros jueces entiendan que la decisión ya la tomó la comunidad, que quiere un transporte seguro y eficiente, permitiendo la libertad del mercado en este caso, en un país con tantos índices de violencia e inseguridad, hay que permitir que los ciudadanos libremente escojan como movilizarse en las grandes ciudades.
Adicionalmente en nuestro análisis político, económico y social, hay que superar la vieja guerra entre las doctrinas económicas y sociales, que empujan a mantener un mayor estado intervencionista y no dejar que las economías de mercado desarrollen la oferta moderna de los servicios.
El Ministerio de Transporte y los tribunales deben entender que el mercado avanza con eficiencia, contundencia y que el gobierno (Estado), debe acatar el auge de las tecnologías de la información y de las comunicaciones, en el entendido que su implantación le sirve más a los ciudadanos.
El mercado sigue avanzando, ver como en el sector de alojamientos con Airnb de US20 o US 30 el día con desayuno, es producto de un mercado que se mueve con la dinámica propia de entender la relación entre consumidores y ofertantes de servicios.
El reto del servicio de Uber en el país sea una realidad, es algo que no nos podemos quedar atrás, de entender que gracias a la electrónica genera mayores rendimientos económicos, con buen servicio y de eso se trata, en la unión de mercado y la tecnología, para garantizar los derechos de los ciudadanos, que buscan el favorecimiento de sus servicios a través de la eficacia del transporte.
Y lo paradójico que la pelea se vive entre dos Ministerios de un mismo gobierno, el del Transporte amarrado por el miedo a los taxistas en las calles y el de las Tecnologías de la Información TIC, que ha sido muy diligente para defender el uso de redes sociales y tecnologías de Información.
Colombia debe seguir avanzando en su desarrollo económico y no puede quedar anquilosado en las políticas económicas y sociales del siglo pasado, debe imponerse la productividad, competitividad, progreso, crecimiento, de tal manera que haya beneficios económicos y sociales para el ciudadano, en este caso el usuario del transporte.
En todas las áreas de la economía desde que arrancó nuestra apertura aproximadamente hace 25 años, finalmente en Colombia ha imperado el uso de las conveniencias para el desarrollo económico y social del país, por encima de los aparentemente derechos que tienen fuerzas monopólicas del pasado.
Ahora, servirá para que los taxis se transformen como unos lo están haciendo y también ganaran, pero quienes quieran mantener el statu quo perecerán. Adelante Uber, los usuarios quieren un mejor servicio, gracias a la tecnología.