Carlos Armando Cuervo Jiménez
Emprendedor y empresario con formación en Ingeniería Industrial

Cómo sino fuera suficiente con las amarguras que nos trae la epidemia, ahora hay que agregar una discusión adicional al tratamiento de este penoso asunto.
¿Cuál es la prerrogativa la vida o la economía?
Balsonaro presidente de Brasil, Trump presidente norteamericano y algunos líderes de su partido republicano han llevado a la escena mundial esta escabrosa disputa de carácter moral, porque aunque la economía se respalda en el trabajo y el esfuerzo humano, sin humanos ¿qué sentido tendría? Pero también es cierto que la actual humanidad con una economía arruinada se encaminaría hacia un precipicio con un batacazo de pronóstico impredecible.
Trump sigue siendo un pretencioso asegurando que la pandemia está bajo control en su país. Inclusive ha negado la ayuda central a algunos estados como el de Nueva York en donde el gobernador Andrew Cuomo solicitó al gobierno federal el envió de treinta mil respiradores y la respuesta de la Casa Blanca fue tres mil, porque es ridículo enviar más, según lo recogen algunos medios periodísticos de ese país.
Parece ser que ni él o sus consejeros leyeron la publicación del Imperial College de Londres, la cual pronostica cifras de contagios y muertes altas para los próximos 18 meses, tiempo que tardará en desarrollarse una vacuna aplicable a los humanos.
Pero también los análisis económicos están previendo una recesión igual o mayor a la acaecida en los años treinta del siglo 20 y como prueba de lo que viene, en esta semana 3.3 millones de ciudadanos de USA solicitaron el seguro de desempleo, advirtiendo desde ya el incremento en la falta de plazas de trabajo y eso que ellos no han tomado las medidas de aislamiento social estricto.
A nivel de gremios solo la aviación comercial representada en la IATA, está solicitando 250 mil millones de dólares de rescate y no hemos mirado a los barcos de cruceros, el sector hotelero y el resto de la cadena de la hostelería.
Ahora según el criterio humanista y de moral cristiana, debemos amparar la vida sobre cualquier otra acción, pero cuando se administran países como Colombia con 50 millones de habitantes, UK con 66.5 millones o USA con 328 millones, las decisiones entre mortandad estimada y recesión económica se deberán tomar con una frialdad pasmosa.

Claro ¿Quién quiere estar en la lista de fallecidos o quien desea ver morir a sus padres, hijos, hermanos, familiares cercanos o amigos?
Ahora los análisis epidémicos moderados hablan de periodos de confinamiento al menos hasta agosto, con probabilidad de un rebrote hacia noviembre por el relajamiento de las medidas de aislamiento, escenario que puede cambiar si funciona algunos de los viejos y actuales medicamentos que se están usando experimentalmente para suavizar la virulencia del contagio.
En Cali las pérdidas de plazas en el activo sector de restaurantes van a ser catastróficas y aquí aún no hemos oído señales de apoyo para este importante sector generador de empleos directos e indirectos.
Así con estos espejos podemos reflexionar sobre la difícil tarea que representa resolver esta dualidad de preservar el empleo o la sanidad.
Aun así no debemos perder la esperanza que se encuentren soluciones para abarcar de manera equilibrada las respuestas para estos dos efectos de la pandemia, conservar los empleos y evitar una enorme mortandad.