Evangelio: san Lucas 15,1-10: Parábolas de la misericordia….
En nuestra marcha presidida por el Señor hacia la meta final del cristiano es necesaria la constante llamada a la conversión. No es sólo un tema de cuaresma. El cristiano está llamado a vivir en estado de conversión. La liturgia de hoy nos lo recuerda de forma dramática.
El tema de esta liturgia dominical (24 del tiempo ordinario) es la misericordia y perdón de Dios. En la Palabra de este Domingo, especialmente el Evangelio, meditamos las «Parábolas de la Misericordia» (del capítulo 15 del Evangelio según San Lucas), especialmente la del «hijo pródigo» e intentaremos deslindar el rostro del Dios de la ternura.
La Misericordia de Dios
Todo empieza por el amor de Dios. Él es un pastor que tiene ovejas y las ama y está dispuesto a dar su vida por ellas. Tiene un tesoro, una moneda, que representa personas que él aprecia en su justo valor y se desvive por ellas. Tiene un hijo que un día lo abandona a pesar de su amor por él. Viene luego la pérdida, la lejanía, el encuentro con la miseria, la experiencia de no ser amado. El Padre Dios no olvida, tiene siempre presente aquéllos que ama. Sale a buscar la oveja, barre hasta encontrar la moneda, aguarda todos los días a la puerta de su casa, los ojos fijos en el camino, el regreso del hijo.
Sigue el encuentro, sin reproches, con una capacidad grande de amor que vence todas las infidelidades y agravios. Y se enciende la fiesta por el reencuentro, alegría compartida a la que todos están invitados.
La misericordia tiene esos pasos. Nada se explica si primero no pensamos que hemos nacido de amor de Dios. Es el pueblo amado, esclavo y sin esperanza ni alegría en Egipto, pero pueblo de Dios que Él no olvida. Es el Pablo renuente, violento, opositor. El segundo paso es el rechazo del amor primero, el abandonar el redil, el hogar paterno donde se siente la calidez de la vida. El tercer paso es el perdón que es acogida gozosa, solo explicable en su perfecta dimensión en el perdón divino. El paso siguiente es el volver a encontrar lo que Dios tenía preparado para nosotros: el pueblo que sigue siendo el pueblo elegido y amado; el Pablo que grita lleno de gozo: creyó en mí; el hijo que tuvo en un momento la desesperanza de no ser recibido como hijo, y recibió al volver el abrazo que solo se da al hijo, el traje nuevo, el anillo, la fiesta en la sala de festín de la familia.
Todos estamos llamados por Dios a compartir su vida y su felicidad. En un gesto de respeto y generosidad nos ha dejado la opción de un sí o un no. El amor de Dios sin descanso nos está urgiendo una respuesta positiva a su llamado. Estar aquí presentes en esta Eucaristía, escuchar la Palabra de Dios que nos recuerda lo que debemos hacer, sentir la comunidad, es muestra de la continua invitación del Señor a entrar en su proyecto de salvación sobre nosotros y sobre el mundo. Ese llamado de Dios no nos lleva a abandonar nuestra presencia en el mundo, en el trabajo, en la familia. No quiere el Señor que nos despreocupemos del mundo en que vivimos. Lo que quiere es que allí vivamos y actuemos como hijos suyos con el compromiso de quien mira con ojos amplios la totalidad del horizonte. – «Me acerqué a “El regreso del hijo pródigo”, de Rembrandt, como si se tratara de mi propia obra: un cuadro que contenía no sólo lo esencial de la historia que Dios quería que yo contara a los demás, sino también lo que yo mismo quería contar a los hombres y mujeres de Dios. En él está todo el Evangelio. En él está toda mi vida y la de mis amigos. Este cuadro se ha convertido en una misteriosa ventana a través de la cual puedo poner un pie en el Reino de Dios» (Henri J. M. Nouwen)
Relación con la Eucaristía
En la Eucaristía Dios Padre quien tiene entrañas de misericordia sale a nuestro encuentro en la Palabra, para mostrarnos el camino del retorno y por medio de Jesucristo en los signos del pan y del vino consagrados por la acción del Espíritu Santo nos viste, alimenta e invita a que entremos en su fiesta liberados de cualquier prejuicio que rompa la relación con el hermano.
Algunas preguntas para pensar durante la semana:
1. ¿Con cuál de los personajes de la parábola del hijo prodigo te identificas espontáneamente? ¿Por qué? 2. ¿Qué imagen de Dios descubres para tu vida en este pasaje?
3. ¿En qué ocasiones tiendo a pensar que la religión es sólo para los buenos?