
Editorial
Hizo el oso la Superintendencia de Transporte, cuando confundió el Uber con un transportador y lo calificó como un transporte informal, sacada del servicio…… lo que le permitió a Uber cumplir todas las normas, pues de pronto en el pasado sus reglas de juego no estaban lo suficientemente expuestas. Hay que entender que el alquiler de un servicio de transporte está ampliamente normatizado desde hace más de una centuria y el servicio comercial del transporte no puede confundir a los transportadores.
Globalmente se ha hecho realidad gracias a la tecnología, los procesos de intermediación para acceder a diferentes servicios llámese hotelería, transporte, etc. Eso es lo que ha permitido precisamente las plataformas digitales como Uber o Airbnb, donde simplemente son unos intermediarios por la que cobran unos honorarios que muchos llaman comisiones. Esto lo logran al unir el que necesita un servicio de un carro, con quien lo ofrece y allí pueda prestarse un servicio. La confusión estaba en que esas comisiones u honorarios causan impuestos, de lo que se debe nutrir el estado.
El Ministerio de Comercio, Industria y Turismo actuó bien cuando le dicto reglamentación a Airbnb, para que tengan derechos prestando servicios de hotelería en términos hasta un mes, y quienes prestan ese servicio deben inscribirse precisamente en el citado Ministerio, como prestadores de servicios turísticos. Los edificios de propiedad horizontal o sus apartamentos, también quedan inscritos y de esta manera todo el circuito queda completo: Gobierno recibiendo impuestos, la plataforma uniendo a los apartamentos. Pero no se cometió el error de declararlos informal o absolutamente ilegal.

Ahora debe el gobierno nacional y el Congreso de la Republica legislar todo esto bien para que haya mayor claridad, no haya esguinces o leguleyos de parte y parte. Tienen la palabra los congresistas