
Es procedente preguntarse cuáles son las verdaderas razones que justifican el afán del alcalde Ospina de dejar adjudicada esta suntuosidad, cuando ya tenemos pruebas más que suficientes de la ineficiencia del aparato burocrático de la administración Ospina, alabada y soportada por toda una maraña de mentiras que se ha tejido alrededor de las llamadas 21 megaobras, que al final de cuentas no fueron 21 sino 8 y que, en su mayoría, se encuentran empantanadas financieramente.
Aunque el alcalde Ospina salga a defender este fasto de la autopista del Bicentenario exhibiendo cifras amañadas y mentiras estadísticas, la verdad es que detrás de este proyecto se esconde la más peligrosa amenaza para el futuro financiero de nuestra ciudad, originada en el hecho incontrovertible que el municipio de Santiago de Cali, tendría que salir a auxiliar, con los recursos de la municipalidad, a los beneficiados con este contrato, en el muy posible evento de que se produzca una desequilibrio financiero de la concesión, cuando aparezcan hechos de muy probables ocurrencia como: 1- Errores en los cálculos del flujo de vehículos que pagarían por usar la autopista, 2- Factores económicos imprevisibles, 3- Insolvencia del concesionario, 4- Dificultad para recaudar los peajes de los vehículos que circulen evadiendo el pago y otras situaciones que pudieran aparecer en el futuro.
Los ciudadanos caleños no podemos seguir actuando como avestruces con la cabeza enterrada en la arena, mientras el alcalde Ospina y su séquito de mendaces y “delicados” ponen en riesgo el futuro de la ciudad, pues es sabido que la ley obliga al Estado a mantener a flote aquellos proyectos que involucren algún elemento de servicio público y es completamente seguro que el contratista que reciba esta concesión, se asegurará, con alguna cláusula del contrato, que el municipio de Santiago de Cali, sea solidario en las eventualidades financieras o de otro orden que indudablemente van a ocurrir.
Aunque debemos exigir a la Contraloría General de la Nación que establezca de inmediato un control preferente e inmediato a esta licitación para cuidar que en los términos de la misma no se ponga en riesgo el porvenir de los habitantes de Cali, la verdad dolorosa es que las concesiones siempre terminan recostándose financieramente en la tesorería del estado, aprovechando todos los vacios y estulticias de nuestras leyes.
Exijamos a todos los candidatos a la Alcaldía de Cali y también a la gobernación del departamento, que fijen claramente y por escrito su posición frente a los riesgos de esta nueva avivatada del alcalde Ospina. No debemos permitir que quien venga a regir el rumbo de la ciudad, eluda actuaciones acertadas frente a este grave hecho con el simplista argumento de que “eso lo firmó Ospina”.
Eduardo Rodríguez
CaliVerde