Debemos decirlo, el movimiento estudiantil universitario cada día cobra más fuerza en Colombia. Ordenados, claros, creativos y testarudos, los estudiantes avanzan en su defensa de la educación enfrentando con nuevas herramientas y nuevos brios las trampas del poder.
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El civismo supera el sentido de la simple "buena educación". El concepto se enlaza al de ciudadano o ciudadana consciente de sus derechos y deberes. Son hombres y mujeres libres, críticos, responsables, participativos y solidarios. Lamentablemente todos estos son rasgos que se han ido desfigurando en nuestra sociedad hasta convertirse en una lista vacia de modales que deja por fuera el centro del asunto.
Las expresiones de mayor civismo pueden ser las más incomodas. Este es el caso de los estudiantes universitarios de todo el país que han decidido actuar como verdaderos ciudadanos y ser civicos. Civicos al defender uno de los derechos más sagrados que aun sobrevive al terrible saqueo y pauperización por parte de los ultimos gobiernos.
El escandalo de la Salud es un ejemplo de los que traen consigo los procesos y las leyes que amenazan con desdibujar para siempre la educación publica universitaria. Las leyes de la salud colombiana se escribieron de forma explicita para beneficiar el negocio de unos pocos a costillas del sufrimiento y, por qué no decirlo, la muerte de muchos colombianos. Es curioso que apenas un par de meses despues del escandalo no lo recordemos.
El civismo facil que mantiene limpios los andenes y da el puesto a las damas en los buses no es en realidad una expresión valiosa de ese Civismo con mayusculas que vincula estrechamente a la politica con el ciudadano. Es en los temas más espinosos temas donde se pone a prueba el verdadero compromiso con la democracia y sus deberes. En esos temas nuestros politicos y nuestras autoridades, para decirlo claramente, “Sacan el culo”.
Estos verdaderos deberes, casi siempre incomodos, obligan al ciudadano civico a enfrentarse en muchas ocasiones a mayorias mal informadas y siempre violentas, guiadas por la propaganda sorda del Estado que no respeta los derechos que dice proteger y representar.
Antes de continuar parece innecesario señalar que la agitación política en Colombia no es una novedad. Pero enmarcadas dentro de los nuevos contextos de mundialización y la serie de revoluciones y levantamientos de los últimos años, Europa y Medio Oriente, que tienen su expresión más cercana a nuestro país en los levantamientos de los estudiantes universitarios en america latina, estudiantes que reclaman una educación grantuita y de buena calidad, se convierten para el panorama nacional de elecciones a alcaldías y gobernaciones, en un campo minado para los cadidatos que con gran olfato evitan las posiciones dificiles.
Los candidatos a la alcaldía de Cali, por ejemplo, se dedican a ignorar uno de los problemas más graves del país. Pareciera que nadie quiere untarse de verdadera politica, mucho menos en el último mes de las elecciones. Nadie le da la mano a los estudiantes.
Y mientras las autoridades locales y departamentales se hacen los sordo-mudos frente al terrible estado de la educación publica y el avance de leyes que pretenden privatizarla. Los jovenes, una vez más, tienen que encarar las batallas que cobardemente los adultos a cargo evaden. Todo esto mientras la nebulosa sociedad civil se deja llevar por los fantasmas de una lucha universitaria manchada por el estigma de las izquierdas del siglo pasado. Hoy es evidente que el nuevo movimiento universitario ha crecido al margen de la izquierda. Bebiendo, eso si, de un riguroso y variado corpus de ideologias, que no han hechado a la basura las mejores lecciones que el Marxismo dejo para la historia.