Por Héctor De los Ríos L.
Un día Jesús invita a sus discípulos a descansar un poco después de su primera correría. Habían predicado, sanado enfermos y expulsado demonios. Los imaginamos llenos de satisfacción por todo lo que había hecho y enseñado. Jesús entiende que luego del trabajo es necesario hacer balances, pero también descansar y alegrarse: “Vengan ahora ustedes a un lugar solitario y despoblado y descansen un poco”. (Evangelio de este domingo; San Marcos 6, 30-34).
También hoy Jesús nos invita a un sitio tranquilo y apartado para compartir con Él para descansar un poco, para orar, para estar en silencio, para escuchar y meditar su palabra y su modo de ver las cosas.
Es necesario hacer una pausa y cargar las baterías del espíritu, recuperar el equilibrio, la distensión física y renovar fuerzas para volver a trabajar o estudiar. Desafortunadamente administramos de manera deficiente nuestro tiempo libre. Es necesario encontrarnos con nosotros mismos, con los otros y con Dios para redescubrir las razones que dan sentido a nuestra vida.
Señor: Gracias por preocuparte por el descanso de los discípulos. Nos enseñas que hay que darle tiempo a todo, aunque, para decir verdad, la misma gente no los dejó descansar y se agolpaba para oír tus palabras.
Gracias por sentir compasión de nosotros cuando te buscamos fatigados. Gracias por enseñarnos muchas cosas, sobre todo la manera de salir al encuentro de los demás teniendo un corazón comprensivo y lleno de amor.