Creer en los sueños es tal vez la ideología más grande a la que Mariana se aferra y es que no basta tan solo con soñar, hay que creer para poder conseguir y en ese orden de ideas llega la presea dorada en un sueño deseado desde infancia, desde cuando veía la tele y su imaginación la llevaba allá: fotos, cámaras, carreras, pitos, gente, mundo y un solo sueño: subir a Colombia al podio más alto.
Claudio Borrero: Usted es ahora un gran ejemplo para la juventud y niñez del país. Cuando usted toque tierra colombiana, será la gran maestra.
Mariana Pajón: Ojalá no se quede solamente en una medalla, sino en un ejemplo para la nueva generación de niñas y niños, jóvenes y adolescentes.
La campeona olímpica Mariana Pajon, nació en 1991 y ratifica su amor por su ciudad natal y su deporte, comenzó su carrera hacia el podio olímpico a los 4 años porque su padre y su hermano también montaban. Fue así como la llevan a la pista empolvada del barrio Belén. Pista que se convirtió en su segundo hogar, después de las largas jornadas de entrenamiento.
“Haber nacido en Antioquia y en Medellín da esa cultura de luchar y de nunca mirar para atrás, de tener sueños, metas, de cumplirlas y de siempre pensar en grande”.
Lorena Botero: Al verla competir a usted, uno siente que no tiene seguidora, usted marca un liderato fuerte. ¿Usted siente que tiene alguna competidora internacional que le sigue de cerca sus pasos?
Mariana Pajón: He ganado mundiales y los Olímpicos, pero las Copa Mundo nunca.
En la parte de elite es algo muy grande, es llegar a un nivel muy alto en la parte de adquirir experiencia. Son mayores que yo y son fuertes; en los Olímpicos tuve salidas muy fuertes y estaba tranquila, concentrada, estaba haciendo bien mi trabajo. Me preparé muy bien y cuando se llega a un nivel elite que es muy alto, todo mundo quiere lo mismo.
“¡Me encanta, desde que me subí a una bicicleta no me podían bajar!”
Tener retos, sentir adrenalina, hacer cosas nuevas, intentar, cumplir metas y soñar en grande, son algunos de los elementos que hacen saltar en bicicleta a Mariana Pajon.
Un poco de su personalidad y un poco de adrenalina, se entrelazan en un mismo cuerpo, una misma alma y una mente fuerte. Es Mariana, la misma que salta alto por encima de sus rivales, la misma de las uñas doradas, las medias disparejas y el tatuaje marcado en su muñeca. Una mujer que parece una fiera veloz en la pista, pero que en su bicicleta, sobresale el “rosadito” como color predominante.
Oscar López: Mariana usted anda con sus medias y guantes distintos, pero también cuéntenos a qué santo le reza para que le vaya tan bien en el deporte, ¿a qué santo se encomienda?
Mariana Pajón: Me encantan los ángeles, me encomiendo a todos los ángeles y estoy segura que me estaban empujando. Siempre me encomiendo a la Virgen y agradezco demasiado.
“Siempre quise marcar la diferencia, no solo hacer un deporte porque me gustaba, sino ser la mejor, ser una campeona olímpica y ser una campeona mundial”. Tal vez por eso es que nuestra paisita cerró con broche de oro y logró que Colombia fuera el tercer mejor país latinoamericano por encima de Cuba y Brasil en las olimpiadas británicas.
Oscar López: Me imagino que de regreso late mucho más el corazón a medida que está más cerca de Colombia para compartir la medalla con millones de colombianos que la siguen.
Mariana Pajón: Claro que sí, ya estamos a mitad de camino y muy contenta de volver a Colombia y poder compartir todas esas alegrías que tuvimos en Londres.
Se logró lo soñado de niña: se subió al podio olímpico internacional e hizo que la bandera tricolor se izara en la que seria la mejor pista de bicicrós en la historia. Consiguió que el himno de Colombia fuera escuchado por el mundo entero. Se colocó la mano en el corazón y nos hizo erizar y llorar de felicidad.
Karen Gálvez: En Medellín están preparándole una gran bienvenida, ¿Qué espera del recibimiento? y ¿Qué quiere hacer al llegar?
Mariana Pajón: … (Risas).La idea es primero disfrutar, estamos muy optimistas, contentos y la idea es que Colombia también disfrute como lo hemos disfrutado nosotros y sería muy bonito que compartieran las alegrías en Londres. Ya vamos camino a Colombia y primero estaría con mi familia y comeré algo bien típico del país.