Vida Nueva
Por Héctor De los Ríos L.
Los discípulos de Jesús encuentran duro el lenguaje sobre el Pan de Vida, a través del cual Jesús opone el “espíritu”, que es vida, a la “carne”, que es símbolo de muere. Los asusta el precio que es necesario pagar por seguirlo. Han interpretado mal el anuncio de su muerte, considerándola una debilidad y un fracaso, en consecuencia muchos lo abandonan.
En nuestra vida también se da la tensión entre creer y no creer, entre la aceptación de la enseñanza de Jesús y el rechazo. Tal vez también nosotros hemos “echado atrás”, asustados por el mensaje que supera el materialismo y hemos considerado excesiva la enseñanza de Jesús.
En el Evangelio de San Juan de este domingo (San Juan 6,60-69), aparece hoy la “murmuración”, como Israel en el desierto. “Este modo de hablar es inaceptable, ¿quién puede hacerle caso?”. Después viene la última explicación de Jesús: “Las palabras que les he dicho son espíritu y son vida”, tras la cual muchos se retiran y todo finaliza con la pronunciación de Pedro en nombre de los discípulos: “Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios”.
Constantemente tenemos que elegir entre Dios Padre o el dios dinero y poder, el dios placer y sexo, soberbia y egoísmo. Pero no podemos ignorar que ninguno de estos últimos ofrece garantías ni tiene palabras de Vida.