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Entre el mínimo y el rebusque, haciéndole el quite a la pobreza en las laderas de Cali
En los rostros de muchas de las personas de esta ladera de Cali, las arrugas y los rostros adustos son el reflejo de que en la vida las cosas no han sido fáciles. Muchos ajustan biografías personales que reunidas podrían configurar una larga historia de dolor, tristezas, desplazamiento y pobreza.
En estas colinas en casas que no son más grandes que un cuarto de un apartamento popular de Cali, conviven de 6 a 12 personas. Al hacinamiento se suma la falta de andenes, calles, zonas verdes, calidad de vida y además ronda el temor de posibles desalojos de los terrenos por parte de las autoridades.
Pero a su vez, conviven la marginalidad producto de ser invasores y la falta de conciencia de que algún día usurparon terrenos que nos les pertenecían. Aunque hoy para ellos después de 15 o 20 años nadie reclamó esos terrenos, tomaron la iniciativa de pensar que se los van a legalizar.
Al cierre de este informe especial: ‘La ladera caleña otro caso social’, Caliescribe.com recorrió Pampas del Mirador, La Mina, Polvorines, la Cruz, El Árbol y otros asentamientos, conociendo de primera mano, ¿cómo se vive observando una ciudad que progresa? desde unos miradores que surgieron de la informalidad y en los que la pobreza es el pasaporte.

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