*Por Humberto Giratá
En una economía competitiva como la nuestra, es imposible anticipar el número de empresas que pueden quedar a la vera del camino, por falta de viabilidad y que empiezan un proceso de liquidación, de grandes consecuencias sociales.
Para apoyar a las empresas que estuvieran en este trance, se expidió la ley 1116 de 2006, la cual entró en vigencia en 2007. Su objetivo es que las compañías preserven su viabilidad y estabilicen sus relaciones comerciales y de crédito, a través de un acuerdo que permita su reestructuración operacional, administrativa, de activos o pasivos.
La entidad encargada de realizar los trámites necesarios para que las firmas adelanten, con éxito, esta etapa, es la Superintendencia de Sociedades. Un informe de esta entidad registra que desde 2007, los sectores con más firmas en ley de reorganización son el comercio, con 208; manufacturero, 158; servicios, 122, y agropecuario 82. A partir de enero de 2013 hasta el 28 de febrero de 2014, esa tendencia se mantuvo con variaciones mínimas: comercio, 28; servicios, 26; manufacturero, 14; y agropecuario, 8.
Las pequeñas y medianas empresas, conocidas como pymes, son las que más han acudido a la Superintendencia, para acogerse a un proceso de insolvencia. Las medianas suman 286; las pequeñas, 312 y las grandes, fueron 127. En total, las 857 con intención de reorganizarse en los últimos 7 años acumulan activos por más de $20.000 millones y pasivos por unos $13.000 millones.
Con base en la información de las empresas que solicitaron la reorganización, se establecieron las siguientes causas externas principales:
1. Altas tasas de interés inciden en el alto endeudamiento
2. Reducción de la demanda que genera una baja en la oferta de productos
3. Dificultad de acceso al crédito incide en la falta de capital de trabajo y
4. Disminución en las ventas conlleva una pérdida de mercado.
Las causas internas más comunes, son:
1. Malos manejos administrativos,
2. Falta de personal idóneo
3. Tecnología obsoleta.
Cada una de las causas anotadas refleja la situación del aparato productivo, el cual no se ha preparado lo suficiente para enfrentar los retos de los tratados comerciales con los países que elaboran bienes que compiten con los de la industria nacional.
Por esa razón creemos que el análisis de esta realidad, se debe realizar vinculando todos los actores vinculados con el aparato productivo del país y no solamente a través de la Superintendencia de sociedades, cuya tarea es eliminar las causas coyunturales de la inviabilidad de una empresa, cuando la situación está dejando de ser coyuntural y particular para convertirse en estructural y en muchos sectores productivos, general.