Por Emilio Escobar Gutiérrez
Para definir lo que debe ser una CIUDAD, palabra que proveniente del término latino civitas, cuya etimología representa la acción y el resultado de agrupar, es necesario utilizar palabras específicas. Palabras como SOCIEDAD, del latín societas que significa compañerismo, asociación, unión;URBE, del latín urbs, urbis, utilizado en la antigua Roma para referirse al espacio físico que albergaba conglomerados humanos; CIVILIDAD, originada de la latina civilitas, que denota sociabilidad, urbanidad; CIVISMO, derivada del francés civisme que significa comportamiento respetuoso del hombre con las normas de convivencia pública, cortesía, educación; CULTURA, cuyo significado etimológico es cultivo, proveniente del verbo latino colo, colere, cultum; y GOBIERNO, del latín gubernāre, mandar con autoridad, guiar, dirigir.
El hombre, en sus albores como habitante de la tierra, fue cazador, cobrador de especies menores que le proveían su sustento. Esto lo obligaba a vivir en permanente desplazamiento en busca de sus presas; luego descubriría la agricultura, lo que lo hizo adoptar costumbres sedentarias, permanecía en sitios aptos para el cultivo y la caza donde obtenía su alimento vital. Posteriormente, la necesidad de complementar su dieta y otros elementos propios de su protección personal, le hizo buscar la cercanía de sus congéneres para establecer trueques y se situó, con sus familias, en lugares compartidos para vivir en “sociedad”. Los asentamientos eran delimitados en forma de circulo u orbe para su defensa comunitaria; así surgieron las “urbes”. La convivencia le fue obligando a establecer normas de comportamiento y reglas de conducta que dieron origen a su “civilidad” y consecuentemente al “civismo”. El perfeccionamiento de su conocimiento le permitió incrementar su productividad, obteniendo así frutos de su “cultivo”, tanto físico como social.
Afloró entonces el espíritu social de la humanidad, crecieron las ciudades y se estratificaron las culturas. Todos estos cambios se basaron en la convivencia urbana desarrollada en una práctica del “buen vivir” comunitario y el respeto a las normas para ello establecidas. Fue gracias al acatamiento de las directrices dictadas por líderes naturales, que se imponían por sus propias capacidades y sabiduría, que la humanidad derivo hacia el concepto de “gobierno”. Es entonces primordial que la CIUDAD sea el sitio por excelencia que provea a sus ocupantes un entorno grato que propicie su desarrollo armónico, que les brinde recursos para su supervivencia y la conformación de sus familias.
Infortunadamente, muy pronto otros ingredientes hicieron su aparición y tomaron fuerza entre gobernantes y gobernados: las pasiones humanas como el abuso de poder, el irrespeto por los derechos de los conciudadanos, el delito contra personas y sus bienes, el desconocimiento reiterado y culposo de las normas, leyes y reglamentos; generaron el caos que hoy carcome a gran cantidad de nuestras ciudades.
No obstante, muchas comunidades del mundo entendieron la necesidad de adoctrinarse para lograr el cumplimiento de sus leyes y preceptos. De sus normas de cohabitabilidad y trato interpersonal. De un modelo de desarrollo comunitario que permita a los ciudadanos pasar una vida grata y placentera, sin perjuicio de su productividad y prosperidad.
Lamentablemente, no es el caso de nuestras ciudades tercermundistas y subdesarrolladas.
Donde es necesario enderezar el rumbo, corregir errores, crear oportunidades de desarrollo para forjar nuevas formas y medios de vida. La ciudad nos debería ofrecer sano esparcimiento. Es necesario erradicar la corrupción; educar a los pobladores; popularizar el arte; incentivar el deporte; cimentar y mantener la justicia. Dura y tesonera labor nos espera a quienes deseamos que Santiago de Cali sea una CIUDAD VIVIBLE.