Por: Raúl Tascón R.
El alcalde dilapidador
El Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual de Cabanelas y Alcala-Zamora define el término dilapidar así: “Derrochar o malgastar los bienes propios, despilfarrar los ajenos confiados a un administrador o depositario”. Y el término dilapidador, lo define así: “Quien dilapida o malgasta//Pródigo, manirroto, derrochador”.
Pues bien, a nuestro Alcalde Jorge Iván Ospina los ciudadanos de Santiago de Cali le hemos confiado la administración de nuestros impuestos. Pero aunque yo no vote por él, por vivir al amparo de esta democracia, me toca soportar sus despropósitos
Veamos por qué: Al equipo América de Cali, se le acabaron los fondos por carecer ya de patrocinadores que le permitiera supervivir, y este Alcalde despojó a la junta directiva tradicional, para acomodar a sus fichas y crear una nueva empresa, obviamente con la plata de los ciudadanos. Para ello le invirtió unos mil millones de pesos de patrocinio a una empresa privada. Claro que el suscrito es hincha del Deportivo Cali y con mis impuestos realiza tal despilfarro. Debo de aguantarme en unión de miles de seguidores de este último equipo.
Los guardas cívicos
Los mal llamados guardas cívicos, que no son más que una tropa de ciudadanos necesitados de empleo, quienes se han prestado para este otro despilfarro, pues gana cada uno la módica suma de un millón trescientos mil pesos (1.300.000). Según tengo entendido la tropa está conformada por mil doscientos (1.200) participantes, lo que grosso modo resulta con que el señor Alcalde despilfarra mensualmente una suma superior a quince mil millones de pesos, sin contar con el costo de uniformes, cachuchas, chalecos, etc. como dotación de cada uno. Además, funcionan unos dizque supervisores que ganan dos millones de pesos ($2.000.000).
Que no se diga que esta tropilla de ciudadanos realiza labor alguna. Basta con observar las fotos que ilustran este artículo para concluir que carecen de oficio. La ciudadanía caleña es testigo de que a falta de oficio, los han puesto en la tarea de pintar los puentes, lavar paredes, barrer los parques y cantidad de oficios varios, que al precio que se está pagando el servicio, no sólo es oneroso, sino un derroche de dinero. Estas labores normalmente se pagan por menor valor y corresponden al Dagma y otras entidades municipales. Acaso no constituye esto una nómina paralela, prohibida por la ley.
Es vox populi que esta tropilla se ha creado para obtener los votos necesarios para patrocinar a sus candidatos a las corporaciones públicas, como es el caso de su hermano, un ilustre desconocido, que fue electo Senador de la República, con gran votación.
El Estadio Pascual Guerrero
Y aunque la ley no ha actuado aún en el caso de la Megaobras, lo que si resulta imposible de soportar por autoridad alguna es el despilfarro y el derroche de dinero que se ha utilizado en la presunta remodelación del estadio Pascual Guerrero. Después de haberle sido aprobado una suma aproximada a veintiocho mil millones de pesos ($28.000.000.000), es conocido por todos que lleva gastados cerca de noventa mil millones de pesos ($90.000.000.000), no realizando una remodelación del inmueble sino unas obras suntuarias, tales como, un museo y locales comerciales. Pero digo que ninguna autoridad puede quedarse callada ante tal malversación de los dineros públicos, cuando la explicación de tan exorbitantes costos se encuentra reportada por la prensa caleña, al haber investigado que la pantalla requerida para la transmisión de televisión y publicidad, no solamente fue ingresada de contrabando al país, sino que su costo en la china fue de aproximadamente ciento trece millones de pesos ($113.000.000). Pero el Señor Alcalde pagó mil trescientos noventa millones de pesos ($1.300.000.000). La silletería que fue contratada para el estadio de Cali costó el doble de la comprada para los estadios de Pereira y Manizales y, finalmente, se está realizando una obra que carece de permisos de Planeación Municipal, puesto que el propietario del estadio, que es la Universidad del Valle, nunca tramitó tales permisos. Carece, además, de parqueaderos para albergar la asistencia del gran número de aficionados que llegan a disfrutar de los partidos. Pero lo que es más grave es que la motivación para realizar el despilfarro que comentamos, es que el estadio se necesita para realizar los partidos del Mundial Sub 20 y, ojala yo esté equivocado, al pasar por los alrededores no se vislumbra que puede ser terminado y entregado en debida forma para la fecha exigida por la FIFA.
Para terminar, hemos de decir que el estadio del Deportivo Cali tuvo un costo de sesenta y cinco mil millones de pesos ($65.000.000.000) y es un estadio nuevo y de mayores calidades que el estadio Pascual Guerrero, por tanto, siendo que la Contraloría, la Procuraduría y la Fiscalía General de la Nación tienen conocimiento de los despropósitos planteados, “la justicia cojea pero…”
PD: Amigos lectores, ¿qué opinión les merece el corral en que los guardas cívicos han convertido la Plaza de Caicedo? Hace muchos años Cali fue la ciudad cívica por excelencia, ejemplo para otras ciudades, y no existían guardas cívicos.