El Jodario
Por Gustavo Álvarez Gardeazábal
En Colombia, cada vez demostramos más que las abuelas tenían razón cuando decían que “por ponerle María Ramos la cagamos”.
El Ministerio de Salud, para combatir lo que podría ser la proliferación de clínicas oncológicas de garaje, en donde se combate el cáncer de una u otra manera, dispuso una reglamentación santanderista que deben cumplir todas las IPS que quieran prestar el servicio.
De arrancada cometieron el primer error. Las normas rigen por igual para el que vaya a montar el servicio como para quienes ya tienen las unidades establecidas dentro de clínicas que prestan el resto de actividades médicas y como la burocracia es lentísima, la falta del visto bueno de funcionamiento está sacando del mercado a clínicas de tradición que ayudan a batallar contra el cáncer.
Para evitar suspicacias y atajar palancazos,el Ministerio le entregó al Instituto de Cancerología la revisión de esas clínicas, aunque él actúa como juez y en parte no se dieron cuenta de que los aparatos y metodologías que poseen muchas clínicas en el país superan con creces los equipos y servicios que el Instituto presta. Y allí fue el embudo.
Como esas clínicas, en especial de Antioquia y Valle, son serias y responsables, están ante la disyuntiva de suspender el servicio de oncología y dejar en lucro cesante, y ahí sí en un garaje, los dos mil o tres mil millones que les ha costado el montaje para combatir el cáncer.
El ministro está enterado de esto hace 10 días y hasta ahora no ha tomado determinación alguna. ¿Será mucho pedirle que supere esa barrera que le ponen sus burócratas del entorno?
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