Por Carlos Enrique Botero Restrepo
Arquitecto Universidad del Valle; Master en Arquitectura y Diseño Urbano, Washington University in St: Louis.
Profesor Maestro Universitario, Universidad del Valle. Ex Director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Valle (de2012 a 2015) y Director del CITCE (Centro de investigaciones Territorio Construcción Espacio) de 2006 a 2010.

Hay que escuchar con atención lo que responden los precandidatos y candidatos para las elecciones de alcaldías del próximo octubre.
Aparecen unas perlas que no se pueden dejar pasar y que corresponden casi siempre a lo que afirman de manera improvisada cuando les lanzan una pregunta inesperada sobre un tema que, pese a su importancia, el entrevistado trata de la manera más superficial que se pueda alguien imaginar. Responden porque hay que salir de eso con un par de frases de cajón, así sea un cajón de basura.
Para tratar de ganar adeptos un precandidato decía por la radio, Univalle estéreo (lunes 6 de mayo), que las decisiones que viene tomando el nuevo secretario de Movilidad de Santiago de Cali, parecen tomadas por un enemigo del automóvil privado. Citaba el descontento que deja en los ciudadanos (los dueños-conductores de auto privado?) el semáforo peatonal de la calle 5 a la altura de la carrera 6. Como solución en su eventual ejercicio de alcalde, haría construir UNA RAMPLA (sic) para reactivar el puente peatonal y eliminar el semáforo.
Esta ligereza no puede ser más elocuente en demostrar la ignorancia del posible futuro mandatario local; baja cultura urbana. Quizás quiso decir rampa que para el caso significaría incluir en el tramo de la calle 5 entre carreras 6 y 9, en cada lado, una especie de edificio inclinado para poder alcanzar cinco metros de altura que van desde el nivel del andén actual hasta el nivel del puente peatonal actual. Tendría cada uno de esos andenes adicionales una longitud mínima de cien metros (calculando pendiente máxima de entre 5% y 7 % y descansos cada 10 metros de recorrido. Ver normas vigentes). De manera que para resolver el asunto, eche mano de parte de las calzadas vehiculares o adquiera y demuela por lo menos una cuadra entera a lado y lado de la calle 5. Este ejercicio puede hacerlo un estudiante bachiller interesado en arquitectura, ingeniería civil, ingeniería sanitaria, ingeniería industrial, salud pública o urbanismo. Así se podrá ganar el voto de los automovilistas rabiosos que hoy hacemos cola desde Santa Librada para poder llegar a coronar la pendiente en dirección al Bulevar del Río Cali o hacia el centro histórico. No vale la pena, candidato; no cometa esos errores, no dé papaya.

Cualquier aspirante a burgomaestre de Cali debe saber que existe por mandato legal del Acuerdo Municipal 0373 de 2014, el manoseado, desconocido e ignorado –en estos casos- POT, Plan de Ordenamiento Territorial, entre cuyos Planes Maestros está el PIMU, Plan Integral de Movilidad Urbana, definido por un trabajo muy serio, muy técnico y muy demorado porque el Concejo Municipal tiene que meterle su sabiduría para lograr que se apruebe y se implemente. Y mientras tanto? Ya no se consiguen secretarios de Movilidad que actúen por fuera de lo que técnicamente y legalmente es un problema integral.
Lo de la rampla es un vallecaucanismo o caleñismo que mezcla el sueño de las ramblas de ciudades españolas –la de Barcelona a la cabeza-. “Oh Barcelona, cuánto quisiera tenerte en este tropical valle de lágrimas. No tenemos puerto, o está muy lejos; pero tenemos río.” El término es afín con los “rompoyes” término que en Jamundí (el nuevo sur de Cali según las inmobiliarias de la expansión urbana) se utiliza para reemplazar el dulce y amable y muy castizo nombre de glorieta. Muy caleño el candidato de la rampla.