
Nicolás Ramos G
Ingeniero Civil , ex gerente de Emcali y ex Presidente de la SMP
La discrepancia entre las órdenes religiosas mendicantes y los jesuitas originó que un Papa franciscano cancelara la licencia a los jesuitas. Su expulsión de América significó que la Nueva Granada se quedara sin colegios. La diferencia era que los jesuitas enseñaban no solo ciencias sino la operación eficiente del campo y manejo de los animales, en resumen, su lema era el trabajo muy duro para salir adelante sin depender de nadie. Los mendicantes predicaban “una limosnita por el amor de Dios”. En América Latina los españoles daban encomiendas a los mismos españoles para explotar la tierra con el trabajo de los criollos. Así no ocurrió con los conquistadores de Norte América, ellos llegaron a trabajar para formar un patrimonio de bienes y servicios.
Igual olvidamos que el Estado vive de los impuestos que pagamos los ciudadanos y que es nuestro deber y nuestro derecho votar para elegir buenos gobiernos. Cuando del orden del 50% de los colombianos no cumplen con ese deber, o se vende el voto, se puede hablar de traición a la patria. Luego no pueden reclamar por la corrupción y la politiquería adueñada de nuestras corporaciones públicas.

La convocatoria al paro nacional del 21 de noviembre habla de peticiones, pero nada de ofertas o trabajos para mejorar el país, combatir el delito y algo que es la causa mayor de nuestros males, el narcotráfico y la corrupción.
La petición del aumento del salario mínimo, liderado por los bien elegantes líderes de las centrales obreras, como muestra de su gestión, solo consigue incrementar la inflación, dado que, a partir del 1 de enero, todo sube de precio en 10 o más por ciento por causa de aumento del salario mínimo.
Por algo los llamados países desarrollados tienen ingresos hasta 18 veces el nuestro, allá cumplieron el precepto bíblico: “te ganarás el pan con el sudor de tu frente” y no pensando que los ricos no pasan al reino de los cielos, como no pasan los camellos por el ojo de una aguja.
Así seguiremos pidiendo siempre una limosna y no dando u ofreciendo algo a cambio como ocurre con las peticiones de los sindicatos japoneses, o sea la herencia de las ordenes mendicantes y las encomiendas.