Nicolás Ramos G
Ingeniero Civil , ex gerente de Emcali y ex Presidente de la SMP
La Hacienda Cañasgordas tiene incalculables valores históricos, arquitectónicos, ambientales y culturales para la Nación y para Santiago de Cali. Fue la residencia del protomártir de la Independencia y Presidente de la Junta de las Ciudades Confederadas o amigas del Valle, doctor Joaquín de Caycedo y Cuero y de donde marcharon las tropas de las Ciudades Confederas o Amigas del Valle, conformadas por 1.200 hombres al mando del Coronel Antonio Baraya, a librar la primera batalla de nuestra gesta libertadora, la Batalla del Bajo Palacé el 28 de marzo 1811 en donde derrotaron las fuerzas superiores del Gobernador de Popayán, don Miguel Tacón y Rosique.

Gracias a la gestión de la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y por sentencia del Consejo de Estado, la Nación, el Departamento del Valle y el Municipio de Santiago de Cali adelantaron la restauración de la casona. La restauración del trapiche está en proceso y ojalá algún día, no muy lejano, se pueda reconstruir su Capilla, de la cual están sus cimientos.
La Casona de la Hacienda fue declarada Bien de Interés Cultural del Orden Nacional por el Consejo Nacional de Patrimonio. En esas declaraciones se define y se delimita la zona de influencia de la Hacienda Cañasgordas con el fin que mantengan no sólo sus valores históricos, arquitectónicos, ambientales y culturales, sino su entorno conformado por el paisaje natural, según consta en distinto ordenamientos legales para que no la apabullen los nuevos desarrollos habitacionales.
La casa de la Hacienda es a su vez la única de las casas de hacienda que se conserva en el Municipio de Cali y su construcción original data de 1629, cuando el presbítero Juan Sánchez Migolla la compró por 180 pesos cuando ya tenía trapiche. Es por ello que su entorno se debe conservar en su integridad, por encima de transitorios interés comerciales, como en el caso del Colegio de la Sagrada Familia, en donde para muchos priman los intereses económicos transitorios sobre los valores históricos que deben permanecer. Las utilidades se las llevan otros y a la ciudad le queda el daño patrimonial que se constituye en una gran pérdida para la memoria urbana.
Los monumentos históricos son motivo de orgullo para regiones y ciudades y son invaluables atractivos turísticos. El turismo es fuente principal de ingresos para muchos países y es lo que la región y la ciudad quieren y necesitan fortalecer.