Nicolás Ramos G
Ingeniero Civil , ex gerente de Emcali y ex Presidente de la SMP

Lo que hemos vivido en Colombia en estos días es un movimiento social, político y otro organizado por bandidos de todos los pelambres, financiados por la peor pandemia que hace lustros azota a Colombia; el narcotráfico. El primero es permisivo o está de acuerdo con los incendios, saqueos, etc y derrumba frente a las mayorías silenciosas de la comunidad, el accionar político de una protesta pacífica.
Los vándalos, financiados por el dinero maldito del mayor mal de Colombia, destruyen nuestro escaso patrimonio público y bienes privados, mientras toneladas de coca salen de nuestra costa sobre el Mar Pacifico aprovechando que la fuerza pública está en los temas de orden público. Esta pandemia, a la que nos referimos, ha corrompido la sociedad y en especial a parte del campesinado que era ejemplo de un correcto vivir a pesar de las dificultades del campo, cuando el único medio de comunicación en la mayoría del país son los caminos de herradura, como se les llamaba a esos barrizales en los inviernos y polvorientos en los veranos.

Pero lo triste es que mientras los vándalos dañan por doquier, muchos idiotas útiles, o ¿cómo los llamaríamos correctamente?, salen a decir por todos los medios que los sacrificados soldados y policías, que defienden el orden, son los malos que agreden a los supuestos, inofensivos y vandálicos defensores del orden y la paz. Ello es una ironía, pues más de 170 policías están heridos a causa de esos supuestos patriotas que destruyen sin razón y menos con alguna justificación a un país supuestamente rico en recursos, pero víctima de la falta de educación.
¿Los señores de FECODE algún día dirán a los colombianos que a ellos les preocupa la calidad de la educación y que son conscientes que todo servicio de calidad siempre es revisado y evaluado? Solo saben pedir, pero no ofrecer algo a cambio, igual que los elegantes líderes sindicales que piensan que destruyendo mejoran las oportunidades de trabajo.

O los colombianos nos unimos para lograr que impere en todo el territorio de la Nación el lema de nuestro escudo: Libertad y Orden, o seguiremos cuesta abajo, cada día más pobres en el reino de la coca y destruyendo nuestros bosques, cuando el mundo entero clama por su cuidado y recuperación.
¿Qué autoridad moral tiene la mal llamada narco – minga indígena para salir a destruir, cuando lo que hay en su supuesto territorio autónomo son sembrados de coca? ¿Será que a nosotros nos dejan ingresar a sus territorios como Pedro por su casa y decidir quien pasa y quién no y destruir sus íconos? ¿Por qué nosotros si lo permitimos?
Los colombianos no podemos ser ni apátridas y menos idiotas al servicio del narcotráfico, que solo es la ruina moral de Colombia o como dirían los abuelos: cuando no es el zorro, es el animal.