Luis Eduardo Echeverri Franky
Ingeniero Civil, miembro de una generación que ama el deporte
“A veces hay que aprovechar oportunidades”. Eso es lo que vieron el doctor Leopoldo Luque y el círculo íntimo de Diego Armando Maradona en las últimas horas para realizarle un tratamiento intensivo que permita ayudarlo de manera estructural en sus diferentes problemas. El Diez, tras la operación en la cabeza, atraviesa un proceso de abstinencia que obligó al cuerpo médico que lo mantiene en la Clínica Olivos a sedarlo.
“Él está sedado para calmar este proceso que explique ayer”, reconoció Luque a bordo de su moto cuando apenas llegaba a su lugar de trabajo. El proceso al que se refería es el “cuadro de abstinencia” que le diagnosticaron en las últimas horas a raíz de algunos “episodios de confusión”. Esos síntomas causaron preocupación y generaron la unión de todas las partes involucradas en el tema, a punto tal que existió hasta la consulta con el Dr. Alfredo Cahe, quien lo atendió durante varios años. “Es un tratamiento contra la asistencia”, aclaró.
“Es una de las pocas veces que se le dice que no a Diego”, detalló el neurocirujano sobre el cuadro de situación que enfrentan con el entrenador de Gimnasia de La Plata. “Estamos focalizados en este momento que es un momento difícil. Después de la cirugía lo vimos mucho mejor, pasa que desarrolló ese cuadro que nosotros preveíamos que lo podía desarrollar. Había dos alternativas: lo dejábamos ir a la casa y esto es un cuento de nunca acabar; o nos la jugábamos, lo dejábamos acá y lo tratábamos”, agregando que “Diego es muy difícil. No se imaginan lo que es Diego. Pero en esta oportunidad estamos intentando ser más fuertes que él”.
Luque deslizó que siempre pretendió que el ex futbolista de 60 años permanezca varios días internado, pero que eso era una “utopía”. La determinación de afrontar un proceso contra su abstinencia contó con el visto bueno de la familia: “La comunicación de ayer (con la familia) fue muy buena, fue una decisión en conjunto de todos”. Al mismo tiempo, explicó las dos posibilidades sobre la mesa: “Hay un tratamiento que es agudo a corto plazo y uno a largo plazo. Pensar un plan para tratar a Diego podemos pensarlo todos. Parece sencillo. Se me critica por Instagram como que lo descuido, como si fuese el culpable de Diego”…. Sin dar mayores precisiones, aclaró que a Maradona “no se lo convence” y reconoció que el Diez es consciente que necesita ayuda, pero que eso no modificó su postura: “Diego lo entendió siempre y todavía sigue insistiendo en que no. Pero se va a quedar. Esta vez no le vamos a hacer caso a él”.
“En tratamientos de este tipo, en promedio son siete días. A veces es menos, a veces es más”. Al mismo tiempo, al ser consultado sobre si la familia confía en su perspectiva de tratamiento, sólo se limitó a decir: “Espero que sí… Yo confío en la familia”.
La frase de Leopoldo Luque, médico personal de Maradona, pronunciada durante el segundo parte del jueves, que duró apenas un minuto y medio, no surgió espontáneamente. Se construyó a lo largo de un día intenso, a partir del diálogo con los especialistas que lo acompañan, una interconsulta ilustre y el contacto con quienes están cerca del astro, de flamantes 60 años. Se sustentó a partir de lo que vio, percibió y escuchó desde que finalizó la operación mediante la cual evacuó el hematoma detectado en la cabeza de Pelusa.
La decisión del equipo médico que encabeza el neurocirujano de extender la internación del Diez para encarar un tratamiento contra la abstinencia (vinculada con el consumo de alcohol y con algunos de los psicofármacos que tenía prescriptos) tuvo un detrás de escena elaborado a partir de los síntomas, de los antecedentes y de la urgencia de darle un corte a los malos hábitos.
Así eran los postpartidos de Maradona en Nápoles: Fiestas con cocaína y mujeres durante tres días
Los comienzos en la ciudad italiana no fueron fáciles -«pedí una casa y me dieron un departamento, pedí un Ferrari y me dieron un Fiat», cuenta el argentino con humor-, pero se dio cuenta de que allí el fútbol pasaba ante todo, ante las familias y los amigos, y se propuso que el club ganara el Scudetto…. Lo conseguiría dos veces (1987 y 1990) y en el camino se convirtió en un dios, adorado hasta extremos inimaginables. Algo muy difícil de soportar sin perder la cabeza.
Y Maradona no pudo con ello. Cayó profundamente en el consumo de cocaína que reconoce haber comenzado en Barcelona, tenía relaciones con todas las mujeres que podía -«Estaba enamorado de Claudia (Villafañe) pero tampoco era un santo»- y comenzó a estar rodeado de la peligrosa Camorra napolitana a través de Camilo Giuliano.
Una noche, recuerda Maradona, «me subieron en una moto y me llevaron a una casa. La mesa ya estaba preparada para cenar. Había fusiles, parecía ‘Los intocables’ y Al Capone. Para mí era todo como un filme». Maradona entró en una espiral difícil de parar. La cocaína era muy fácil de conseguir en Nápoles a través del clan Giuliano. Y tras cada partido del domingo empezaba una fiesta que duraba hasta el miércoles, cuando se concentraba para estar limpio cuatro días más tarde, contó Efe tras el paso de un documental por el festival de Cannes.
El documental muestra su regreso a Argentina, su progresivo deterioro físico y su ingreso en un psiquiátrico. También su encuentro con su hijo italiano, Diego, al que tardó casi dos décadas en reconocer. Ya no era una estrella, pero seguía levantando pasiones, como lo hizo en Cannes.