Por: Lina M. Benavides
Esta semana haremos un salto del ambiente clásico, los conciertos a la europea, las levitas y los corbatines, he iremos a áreas más inhóspitas, prolíficas místicamente y discriminadas. Esta semana escucharemos a la artista Lapona, nacida en la etnia Sammi, Mari Bonie, quien ha dedicado su energía creativa a la mezcla musical entre los sonidos de la cultura Yoik y la Noruega cristiana, donde el jazz, el rock y el folklore original de su pueblo, cruzan sus sonidos en una coordinada danza de gigantes; el primero brillante en su anonimato y el segundo como sobreviviente de su propio exceso. De su álbum Gávcci Jahkejuogu,(Ocho temporadas) editado en el 2002, traemos esta interesante canción titulada Boađan Nuppi Bealde(Vine del otro lado), una propuesta de aire frío, pesca y naturaleza blanca.
El chamanismo y las prácticas animistas están presentes en sus canciones. La asimilación forzada de la civilización occidental, se escucha en la mezcla de cantos, en forma de llamados, con sonidos electrónicos que atraviesan su obra. El saxofón estilizado, melódico y el grito alargado de Mari Bonie, se unen en un sonido tranquilo, bello y trascendental.
La digitalización – la reinterpretación de los sonidos de seres que regulan el tiempo con el ritmo de los escasos rayos de sol y el viento largo y aullador – es una experiencia sobre la que vale la pena reflexionar.
Esta semana, como hemos dicho al principio, nos hemos alejado del tradicionalismo europeo, de la digresiones hechas desde su perspectiva, de la inventiva que se gesta bajo su sombra, para darle paso a una sensibilidad lapona, afligida por la discriminación y, al tiempo, engalanada por su extrañeza, esa particularidad que se marca en sus pómulos salientes y sus sonidos tranquilos y místicos.