Por: Ana María Valencia M.
Comúnmente se sabe que los extremos son nocivos para la salud. El estado ideal es lograr permanecer en equilibrio, un equilibrio que nos permita ser objetivos frente a la vida, a las percepciones, las opiniones y los aconteceres; esto para lograr vivir en paz interior. No podemos dejar de reconocer que hay estados anímicos fuertes en momentos difíciles o eufóricos, eso también es parte de nuestra naturaleza humana, pero procurar no llevarlos al extremo y poder volver a la calma, para pensar con cabeza fría nos puede brindar una vida saludable, amable y fructífera.
Cuerpo, mente y alma están ligados, por lo tanto se están comunicando entre sí permanentemente. Cada uno responde a las reacciones o estados del otro. Así aparecen las enfermedades, síntomas o pensamientos. Nadie puede conocerlos más que nosotros mismos, es más, muchas veces ni nosotros mismos podemos descifrar eso que pasa en nuestro interior, aquello a lo que en cada momento está respondiendo el cuerpo, la mente, o nuestro estado del alma. Se siente, pero es difícil comprenderlo.
Poder lograr un equilibrio interior y exterior depende de qué tanto nos conozcamos a nosotros mismos. Para esto es necesario separarnos espacios íntimos y profundos, como pequeños regalos, ojalá diarios, que nos ofrezcamos. Separar espacios diarios iniciando el día y finalizando para meditar y sentir sobre los sucesos recientes. Hacer un pequeño análisis reflexivo sobre las actitudes, reacciones y decisiones personales del día frente a diferentes sucesos. Esto es una comunicación permanente con uno mismo que ayuda a crecer sin importar la edad biológica, es un crecimiento del espíritu. Es conocernos, es mirarnos para comprender que lo que se vive, no es más que lo que elegimos y que depende únicamente de uno mismo. Esta comprensión nos permite ver que la responsabilidad de nuestra vida es únicamente propia.
Otro ejercicio fundamental, para encontrar equilibrio interior, es poder soltar el pasado y permanecer en el presente. Es importante en este ejercicio aprender a soltar lo negativo que se recibió en el día, así como dejar ir también los propios errores, perdonar y perdonarse; para proyectarnos mejor al siguiente día y, de esta manera, al futuro cercano. Así también nos alejamos de los ideales, o expectativas irreales, para vivir de manera aterrizada y con esto mantener la paz interior, independientemente de los aconteceres externos. No vivir cargados de cosas innecesarias. Esto nos lleva a la aceptación y nos ofrece sabiduría para recibir lo que venga.