P. Héctor De los Ríos L.
Vida nueva
5° domingo de Pascua – A
Hechos 6,1-7: «Eligieron a siete hombres llenos de espíritu»
Salmo 33(32): «Que tu misericordia venga sobre nosotros»
1Pedro 2,4-9: «Ustedes son una raza elegida, un sacerdocio real»
San Juan 14,1-12: «Yo soy el camino, y la verdad y la vida»
Todo colectivo humano sabe de conflictos y desavenencias. En la Comunidad Cristiana naciente de Jerusalén se creó una seria tensión entre los de lengua hebrea y los de lengua griega. Eso provocó, al interior de la Iglesia, sin tardar, un diálogo comunitario, y se resolvió la situación, creando siete «diáconos» específicos para los del grupo helénico. El resultado es el que Dios persigue, a pesar de las debilidades humanas: «la Palabra de Dios iba cundiendo y en Jerusalén crecía mucho el número de discípulos».
Para el salmista hay un universo cargado de sentido. El Cosmos es un complejo ordenado que Dios ha creado por la Palabra (Gn. 1; Sal. 8; Job. 38-41). También la Historia, con sus vicisitudes humanas y morales, pertenece a Yahvé. El señorío ilimitado de Dios es acontecimiento presente que transforma la visión superficial del mundo y ofrece unas realidades nuevas.
San Pedro, en la 2a lectura, afirma de la comunidad de los bautizados que son «raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios». También compara simbólicamente al pueblo de Dios a un templo construido con piedras vivas – cada uno de los cristianos-, sobre el cimiento o piedra angular que es Cristo, para construir el Templo del Espíritu.
En el Evangelio hoy escuchamos la afirmación de Jesús: «yo soy el Camino y la Verdad y la Vida». Si el domingo pasado Jesús se presentaba a sí mismo como el Pastor y como la Puerta, hoy hace tres afirmaciones a cual más expresivas de su identidad:
a) «yo soy el Camino»: si él es la Puerta de acceso a Dios, hoy emplea una comparación semejante, la del camino;
b) «yo soy la Verdad»: no sólo es el Maestro o Profeta enviado por Dios, sino que él “es” la Verdad misma, la Palabra viviente que Dios dirige a la humanidad de una vez para siempre; y
c) «yo soy la Vida»: no sólo resucita muertos y cura enfermos: él «es» la Vida misma.
Difícilmente se puede expresar mejor que Cristo Jesús es el centro para nuestras vidas.
Para meditar durante la semana:
1. ¿Valoro el conocimiento de la verdad en las cuestiones esenciales de la vida?
2. ¿Valoro los sacramentos como fuente de vida y fuerza de Dios?